Morrissey llenó el Luna Park en show difícil de olvidar

BUENOS AIRES (Télam, por Adrián Mouján).- El cantante británico Morrissey cautivó con su poesía y su look glamoroso y melancólico a las más de cinco mil personas que anoche le dieron la bienvenida a su primer show en la Argentina, que se desarrolló en el estadio Luna Park
Dos generaciones de argentinos que crecieron escuchando las canciones que Morrissey interpretó en su etapa con el emblemático grupo The Smiths y luego en su carrera solista, llenaron las instalaciones del Luna ataviados con ropa oscura, jopos bien peinados, el pelo a media patilla y lentes.
Imitando la imagen de Morrissey, muchos de los fans se reunieron al pie del escenario para tocar sus manos, o arrojarle fresias, gladiolos o crisantemos, un ritual que el cantante comenzó allá por los '80 en su Manchester natal.
Y el fervor del público por abrazar a su ídolo fue tal que por momentos, muchos se preguntaron si se trataba de Ricky Martin, aunque luego con el primer acorde se develó la incógnita; el que estaba arriba del escenario era un artista y no un producto de laboratorio y de un salón de belleza.
En su presentación, el británico, estuvo precedido por el argentino Leo García, actual integrante de la banda que acompaña a Gustavo Cerati, quien con muchísima humildad sedujo al público interpretando cuatro canciones de su disco "Vital", acompañándose con una guitarra acústica.
Tras una espera de casi media hora, que el sonidista del estadio aprovechó para mezclar canciones de bandas punks o new wave británicas con temas de Frank Sinatra y de la francesa Jane Birkin, el artista irrumpió acompañado por Martín Boorer en guitarra, Alain Whyte en guitarra y coros, Gary Day en bajo y Spike Smith en batería.
El cantante ingresó al escenario, vestido con un pantalón negro, camisa blanca y saco de gamuza negra, y arrancó los gritos de los fans que le arrojaron los primeros ramos de flores.
En poco más de hora y media, Morrissey repasó su carrera solista interpretando apenas un par de canciones de los Smiths, y así y todo, encantó a la gente con sus movimientos teatrales que incluyeron sacudir el cable del micrófono como si se tratara de un látigo.
Al finalizar la primera canción, Morrissey saludó en castellano y luego, ya en inglés, bromeó acerca de las relaciones argentino-chilenas, ya que el británico venía de presentarse el martes en Santiago de Chile.
Con la sola escenografía de un telón rojo que fue variando de color según la disposición de luces, Morrissey se encargó de mantener magnetizada a la audiencia con su notable voz, que le permite sacar un plus sobre varios colegas de su misma edad, muchos de los cuales perdieron en el camino toda la potencia de antaño o van por la segunda operación de nódulos.
Pero para este artista, que detesta el tabaco y las drogas, esto fue muy fácil ya que su voz sonó clara, siempre un paso al frente de la banda, y permitió darle a las canciones el color que tienen en los discos.
La banda sonó ajustada y se destacaron Whyte y Boorer, los dos guitarristas de riguroso look rockabilly, que fueron capaces de darles tonos duros o sutilezas a las exigencias de las diferentes canciones.
Así fueron pasando "Ouija Board", "The Last of the Famous International Playboys", y "Suedehead", de su primer disco "Bona Drag" que fueron muy recibidos por la gente, mientras que en una segunda etapa sonaron "Alma Matters", "The More You Ignore Me, The Closer I Get", "Billy Bud", "Boxers" y "Tomorrow".
Una gran sorpresa fue la inclusión del clásico de los Smiths "Meat Is Murder" ("Carne es muerte"), ya que a lo largo de la gira latinoamericana Morrissey no interpretó temas del grupo que lo lanzó a la fama.
En el set, Morrisey fue mezclando canciones nuevas que integrarán su nuevo disco "Oye Esteban", pero los estrenos no hicieron mella en la contundencia del show, ya que el fanatismo llegó al punto de que varias veces los custodios debieron sacar a gente que había subido al escenario para abrazarlo.
Uno de los episodios más particulares se vivió cuando un joven se le colgó del cuello al cantante y éste seguramente temiendo por su vida comenzó a gritar "Argentina, Argentina" como si fuera un hincha de fútbol.
Para la parte final del show, Morrissey hizo caer el telón de fondo que puso al descubierto la cara de un joven que sacando la lengua decía:"¡Qué desmadre!".
El músico realizó dos bises, y el último fue el más esperado, ya que totalmente vestido de cuero anunció que iba a tocar una canción compuesta hace 25 años. El tema elegido fue "Dormido", otro himno de los Smiths, incluido en el disco recopilatorio "The World Won't Listen", que el público aplaudió rabiosamente.
Por eso cuando se encendieron las luces, la gente inició el regresó a casa acunada por la estrofas de "Dormido"; "cántame hasta que me duerma/ cántame hasta que me duerma/ estoy cansado y quiero irme a la cama/ no intentes despertarme por la mañana/.
Un cierre con muchos significados, ya que el mañana podría ser una próxima visita de Morrissey, o quizás esta haya sido la última vez que Buenos Aires vio a este poeta fértil y melancólico. (Télam)

 

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